lunes, 23 de diciembre de 2013

STEPHEN JAY GOULD, UNO DE LOS GRANDES

   Las generaciones de adolescentes actuales han crecido viendo cada día en sus televisores a Los Simpsons, esa hilarante familia de personajes amarillos. Para nuestros jóvenes aparecer en la televisión es una signo de popularidad y si además ocurre con los habitantes de Springfield, "lo máximo". Esta apreciación es evidente en el caso de actores, cantantes o deportistas famosos pero, ¿y si se trata de un científico?
   
   Me dispongo a realizar esta entrada con el humilde propósito de honrar la memoria de uno de los más grandes pensadores y divulgadores científicos del siglo XX, el norteamericano Stephen Jay Gould (1941-2002), que aparece al menos, que yo recuerde, en dos capítulos de esta divertida serie. En uno de ellos de pasada y en otro ayudando a la entrañable Lisa a estudiar el posible fósil de un ángel aparecido en Springfield.

   Gould  fue paleontólogo de la prestigiosa Universidad de Harvard, en EEUU, donde impartió clases de geología y biología evolutiva entre otras materias. Su principal aportación científica fue la teoría del equilibrio puntuado, que desarrolló junto al también paleontólogo Niles Elredge en la década de los 70 del pasado siglo. Esta teoría propone que la evolución de las especies no es gradual, como afirmaba el propio Charles Darwin y la teoría imperante en ese momento, el neodarwinismo. Su formulación se basa en la constatación de que en el registro fósil las especies aparecen y continúan sin apenas cambios durante su existencia y que los procesos de especiación, la creación de nuevas especies, ocurren de forma rápida a escala geológica. Para muchos, una de las mayores aportaciones a la teoría evolutiva en años.

   Quizás una de las facetas más interesantes de este brillante hombre de Ciencia fue la de divulgador. Gould nos deleita a través de sus libros con historias fascinantes, escritas con una prosa excelsa, en las que nos habla de historia natural, política, deportes, etc. Célebres son El pulgar del panda, Un dinosaurio en un pajar, La sonrisa del flamenco o La vida maravillosa, por citar sólo algunos. En ellos podemos encontrar ensayos tan dispares con los que conocer el porqué de la evolución del personaje de Mickey Mouse, la aparente aleatoriedad en la distribución de las letras en nuestros teclados, la relación entre la nalga de un ministro y Charles Darwin o cómo medían la inteligencia a través de la talla del sombrero en el siglo XIX. En definitiva un sinfín de magníficos artículos científicos que nunca dejan indiferente al lector y que siempre aportan conocimientos y reflexiones más que interesantes.


   Otra faceta de Gould destacable es la lucha que sostuvo por la racionalidad frente a los creacionistas o su lucha por los derechos sociales, de la que también dejó constancia en sus obras.

   Dedica Goud su primer libro de ensayos, Desde Darwin,  a su padre, que le llevó a ver con cinco años el museo de historia natural de Nueva York. La visión del esqueleto fósil del Tyranosaurus rex dejó una impronta en él que hizo que su vida se dedicara al apasionante mundo de la paleontología. Gracias por siempre al señor Leonard Gould por planificar aquella visita.

   Os dejo una entrevista que Eduard Punset le realizó para el programa de TVE Redes.


miércoles, 18 de diciembre de 2013

UNA DE INSECTOS CURIOSOS: LA HORMIGA LEÓN

   El mundo documental nos tiene mal acostumbrados, las escenas de caza casi siempre incluyen grandes mamíferos, por lo general cánidos o félidos al acecho de algún despistado herbívoro. En nuestra sierra no contamos con grandes felinos, si exceptuamos a nuestro querido lince, y en cuanto a cánidos difícilmente podremos ver al lobo, ese "enemigo" de los hombres que afortunadamente parece recuperarse de batallas pretéritas. Sin embargo las luchas por la supervivencia entre depredadores y presas ocurren mucho más cerca de nosotros de lo que podemos sospechar, pero evidentemente no son tan visibles.

   Uno de los ejemplos más sobresalientes que podemos observar en nuestra localidad es el de las larvas de unos insectos muy curiosos, las hormigas león. No, no penséis que están emparentadas con los leones, ni siquiera lo están de forma cercana con las hormigas. Son insectos, pero pertenecen a un orden llamado Neuropteros. Este orden incluye multitud de especies diferentes, pero una familia dentro de este grupo es la que se conoce como hormigas león. 

Adulto de Myrmeleon formicarius
   Estos insectos poseen dos fases claramente diferenciadas, una larvaria que puede durar hasta dos o tres años, y otra fase de adulto, que surge tras la metamorfosis completa. Los adultos tienen dos pares de alas y un largo y adelgazado abdomen. A primera vista su aspecto puede confundirse con las libélulas o caballitos del diablo, aunque dos grandes antenas sobre la cabeza y un vuelo no tan rápido delatarán a estos bichitos. Los adultos no viven tanto como las larvas y se alimentan de otros insectos en muchos casos.

   La fase larvaria es la más curiosa por su peculiar destreza a la hora de obtener su alimentación. Apenas llegan a medir un par de centímetros, cuerpo rechocho y aplanado dorsoventralmente y con dos fuertes y largas mandíbulas que sobresalen en su parte anterior. Su aspecto bien podría servir como modelo para una película de monstruos. De hecho algunos bestiarios medievales hablan de criaturas semejantes.
   Es una voraz carnívora que acecha a sus presas de forma singular. Para ello solo necesita un terreno  arenoso, pues es en este tipo de suelo donde construye su trampa. Su modo de proceder es el siguiente: va edificando un cono en la arena, expulsando fuera aquellos granos de mayor tamaño. En el caso de la especie que hemos visto en nuestra localidad, el embudo suele medir unos cinco centímetros de diámetro aproximadamente. En el fondo de tan peculiar construcción se instala la larva, enterrándo su cuerpo y dejando sólo al descubierto sus poderosas mandíbulas.


   Cuando un insecto pasa por allí, generalmente hormigas (de ahí su nombre), y cae dentro de la trampa, al intentar escapar resbala por la superficie arenosa del cono y como no, la hormiga león está presta para capturarla y comerla. En realidad las mandíbulas son piezas bucales huecas con las que succionará el interior de la presa. Cuando la larva cambia de ubicación va dejando por el suelo arenoso unos surcos que delatan su presencia.


   Llegado el momento la larva fabrica un capullo cubierto de arena donde completará su ciclo hasta emerger en fase adulta.
   Así que, si queréis ser testigos directos de escenas de caza espectaculares, nada como darse un paseo por las inmediaciones de nuestro río y buscar a estos curiosos insectos.